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La Historia de las Calculadoras: Desde el Ábaco hasta las Supercomputadoras

Cuando escuchamos la palabra "calculadora", pensamos en ese pequeño aparato que usamos para sumar, restar, y para hacer esas divisiones complejas que nadie quiere resolver mentalmente. Pero, ¡oh sorpresa!, la historia de las calculadoras es tan antigua como la misma humanidad… y mucho más interesante de lo que uno imaginaría. Así que póngase cómodo (y tenga una calculadora a mano por si acaso), que comenzamos un viaje en el tiempo a través de la evolución de estos dispositivos.


La Historia de las Calculadoras: Desde el Ábaco hasta las Supercomputadoras


El Ábaco: El Abuelo de las Calculadoras

Todo empezó con el ábaco, la calculadora manual más antigua de la historia. Se inventó alrededor del año 2000 a.C. y, aunque parezca una simple tabla con bolitas, era una herramienta revolucionaria. Permitía a los comerciantes sumerios y egipcios sumar, restar y… bueno, básicamente eso. No esperen cálculos diferenciales aquí.

El ábaco no tenía pantallas LED ni botones, pero sin duda era un dispositivo portátil que cabía en cualquier "bolsillo de toga". ¿Y saben qué? ¡Aún hoy en día se usa en algunas partes del mundo! Claro, aquellos que lo dominan no solo calculan rápido, sino que además desarrollan la habilidad para presumir de su rapidez frente a cualquier calculadora moderna. A ver si su smartphone puede con eso.


El “Pascalina” de Blaise Pascal: El Hipster de las Calculadoras

En el siglo XVII, el matemático francés Blaise Pascal, cansado de llevar las cuentas manualmente, diseñó una máquina de sumar a la que llamó "Pascalina". Fue la primera calculadora mecánica capaz de realizar operaciones básicas como la suma y la resta, con engranajes y ruedas dentadas que se movían de manera casi hipnótica.

La Pascalina era la sensación de la época. Con ella, Pascal logró ahorrar tanto tiempo en los cálculos que se ganó la envidia de todos los contadores de la región. Sin embargo, tenía un pequeño problema: si te olvidabas de ponerle freno, las ruedas giraban como si fuera una ruleta de casino y adiós cálculo.


La Historia de las Calculadoras: Desde el Ábaco hasta las Supercomputadoras


Leibniz y la Calculadora Steampunk

Más o menos por la misma época, el matemático alemán Gottfried Wilhelm Leibniz (que probablemente tenía más tiempo libre que Pascal) decidió mejorar la Pascalina y creó la "Calculadora de Leibniz". Su máquina no solo sumaba y restaba, ¡también multiplicaba y dividía! Pero, a decir verdad, lograr que no se trabara a la mitad de una multiplicación era una proeza.

Esta máquina parecía salida de una novela steampunk, con engranajes y palancas por todas partes. Operarla era casi como jugar al Twister con las manos. Si Leibniz viviera hoy, probablemente sería ingeniero de la NASA o diseñador de rompecabezas imposibles.


Charles Babbage y su "Máquina Diferencial": El “Padre” de las Computadoras

Avanzando al siglo XIX, llegamos a Charles Babbage, el gran visionario que diseñó la "Máquina Diferencial". Este colosal armatoste podía resolver polinomios complejos, siempre y cuando nadie olvidara accionar una palanca o ajustar un tornillo.

Babbage es conocido como el “padre” de las computadoras, y su máquina era algo así como la bisabuela mecánica de las calculadoras actuales. Funcionaba con vapor y engranajes, y era tan grande que necesitaba una habitación entera para funcionar. De hecho, Babbage nunca llegó a completar su invento. ¿El problema? No había suficiente presupuesto para terminarla. ¡Quién iba a imaginar que los recortes de financiación tecnológica ya eran un problema hace dos siglos!


De los Tubos de Vacío a los Chips de Silicio: La Revolución Electrónica

A mediados del siglo XX, la invención de los tubos de vacío trajo consigo calculadoras eléctricas que ocupaban salas completas. Estas calculadoras gigantes eran perfectas si lo que buscabas era... calentar una oficina entera en invierno. Luego, con la llegada de los transistores y los microchips, las calculadoras se hicieron más pequeñas y rápidas.

Para 1970, la empresa japonesa Sharp lanzó la primera calculadora de bolsillo, ¡y fue todo un éxito! Era una de esas calculadoras a las que si le dabas la vuelta podías escribir "BOOBIES" (ahora lo sabes). Sin embargo, costaban casi tanto como un coche, así que había que pensarlo bien antes de comprar una. La gran pregunta de la época era: “¿Coche o calculadora?”


Las Calculadoras Científicas y las Graficadoras: La Maldición de los Estudiantes

El siguiente gran salto fue la aparición de las calculadoras científicas, con funciones trigonométricas, logaritmos y otras funciones que son capaces de hacer que cualquier estudiante desee no haber nacido. Después llegaron las calculadoras graficadoras, que podían hacer gráficos y ecuaciones complejas.

Muchos recordarán el clásico modelo de Texas Instruments, el cual parecía más bien una consola de videojuegos de los 80 con su pantalla pixelada. Estas calculadoras se convirtieron en el terror de los exámenes. Los estudiantes no sabían si querían usarlas para resolver problemas o para lanzarlas contra la pared tras ver el mensaje: "Syntax Error".


La Era de las Supercomputadoras: Cálculos a Nivel Galáctico

Y así llegamos a la era moderna. Hoy en día, las calculadoras que llevamos en nuestros bolsillos son más potentes que las supercomputadoras que enviaron al hombre a la Luna. Con aplicaciones en nuestros teléfonos, podemos hacer cálculos que Babbage ni siquiera habría soñado.

Las supercomputadoras actuales pueden realizar trillones de cálculos por segundo y son utilizadas para predecir el clima, diseñar medicamentos e incluso resolver misterios cósmicos. Pero, claro, también puedes usarlas para saber cuánto es 2+2... ¡por si te surge la duda!


La Historia de las Calculadoras: Desde el Ábaco hasta las Supercomputadoras


Y qué hay de la Computadora que Llevó al Hombre a la Luna?

Es interesante pensar que la computadora que ayudó a los astronautas del Apolo 11 a aterrizar en la Luna en 1969 tenía una capacidad de procesamiento de apenas 64 KB de memoria y operaba a una velocidad de 0,043 MHz. Comparada con un móvil moderno, es como comparar un triciclo con un coche de Fórmula 1. De hecho, cualquier smartphone actual tiene más potencia de cálculo que aquella computadora… y no solo eso, ¡hasta tu lavadora podría ser más poderosa!

Sí, así como lo lees. Hoy en día, incluso los electrodomésticos, como las lavadoras y los microondas, tienen chips que superan con creces las capacidades de la computadora del Apolo. Pero, antes de que te preocupes por tener una lavadora capaz de enviar cohetes al espacio, recuerda que la misión Apolo se basó más en la experiencia y habilidad humana que en la tecnología. Al final, la moraleja es que no se trata de cuántos transistores puedas meter, sino de lo que puedas hacer con ellos.


Imaginemos por un momento un torneo de calculadoras: Ábaco contra la Pascalina, calculadora de bolsillo contra supercomputadora… ¡Sería épico! ¿Quién ganaría? Bueno, la Pascalina probablemente quedaría fuera al primer intento de sumar dos fracciones, y el ábaco no tendría mucho que hacer en una raíz cuadrada de 6 cifras. Pero, ¿qué más da? Lo importante es que, después de miles de años, las calculadoras han evolucionado de tal forma que han pasado de ser simples tableros de bolitas a máquinas capaces de resolver problemas a nivel galáctico.

Así que la próxima vez que uses una calculadora para hacer cálculos simples o complejos, recuerda que estás interactuando con la culminación de siglos de esfuerzo humano. ¡Y todo para saber cuánto cuesta la pizza con propina incluida!

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